Por Emilio Gola
A sus 90 años, el legendario actor escocés Thomas Sean Connery abandonó este mundo en su retiro de las Bahamas mientras dormía. Si bien padecía de demencia, su despedida se dio de forma plácida, sentimiento que transmitió en muchas de sus casi 100 películas, incluso las que lo colocaron en el centro de la acción más pura.
Connery nunca dejará de ser recordado como el primer -y para crítica y público, el mejor- James Bond, aquel espía altamente seductor y osado creado por el británico Ian Fleming. Su primera aparición en este rol obtenido sin necesidad de una prueba de cámara se dio en la película Dr. No (1962), una que no solo lo lanzó a la fama -aparejada con la frase "mi nombre es Bond... James Bond", las bebidas alcohólicas, los elementos de ciencia ficción y las mujeres-, sino que también estableció el prototipo de lo que sería el nuevo cine de acción y que inició una saga que, hoy día, sigue en pie.
Sin embargo, Connery nunca terminó de querer al personaje y brindó declaraciones polémicas en más de una ocasión. Por ejemplo, en una oportunidad afirmó que quería "asesinarlo" y, en otra, opinó que a Bond no le quedaría mucho de interés si no fuera por los "toques exóticos". También criticó a los productores y a su forma de proceder basada en el dinero.
Aun así, el por entonces sex symbol demostró tener ganas de encarnarlo varias veces más. Incluso retornó en los 80 con una película que no se considera canon, Never say never again (1983), y aportó su voz en el videojuego From Russia with love (2005), basado en la película homónima de 1963. Pero su ardua carrera hacia el estrellato combinó muchos otros trabajos que lo convirtieron en una leyenda.
Hay que remarcar que el escocés, de cuna humilde en Edimburgo, con padre obrero y madre limpiadora, trabajó de todo antes de insertarse en el mundo del teatro: lechero, pulidor de ataúdes, conductor de camiones, salvavidas y fisicoculturista fueron, entre otros, sus papeles de vida antes de los que representó en la gran pantalla. Hasta pudo haber jugado al fútbol en Manchester United, pero en ese momento la actuación ya lo tenía atrapado.
Si bien su trayectoria cinematográfica empezó en los 50 y añadió películas para TV sobre clásicos como Macbeth (1961) y Anna Karenina (1961), en verdad su reconocimiento estalló tanto de la mano de Dr. No como a partir de la famosa superproducción bélica The longest day (1962), donde interpretó a un soldado aliado en el contexto del desembarco de Normandía en la Segunda Guerra Mundial.
A partir de ese papel y, luego, el de James Bond, su versatilidad y no tuvo fin y lo llevó de roles protagónicos en películas de época como The man who would be king (1975), Robin & Marian (1976) y A bridge too far (1977) hasta fantasías como Highlander (1986), cuya secuela se filmó en la Argentina. Además, fue el Rey Agamenón en Time Bandits (1981), un capitán soviético en The hunt for Red October (1990), la voz del dragón de DragonHeart (1996) y un hombre todoterreno en la prisión de Alcatraz en The Rock (1996). En resumen, su carrera abarca un sinfín de clásicos, incluyendo films que renovaron el género del thriller y la acción en los 90. En esa misma década recibió el premio Cecil B. DeMille a la trayectoria que entrega la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood.
Pero hay más. En los 80 protagonizó The name of the rose, film basado en la novela de Umberto Eco que le otorgó un BAFTA a Mejor actor; y después sobresalió en The untouchables (1987) e Indiana Jones and the last crusade (1989). Justamente recibió su único Óscar por Mejor actor de reparto en la película de Brian De Palma (el papel también le valió un Globo de Oro); y fue nominado a un Globo de Oro por su interpretación del padre de Indiana Jones, una que contó con matices, miradas y frases que conforman toda una lección de empatía para con el espectador, sin omitir su gran química con Harrison Ford.
Un dato extra: en 1964 protagonizó Marnie, de Alfred Hitchcock, realizador que, en una excepción histórica, le entregó el guion para su aprobación final.
Además de los nombrados, Connery compartió cartel con figuras de la talla de Richard Harris, Tippi Hedren, Audrey Hepburn, Gene Hackman, Michael Caine, Kim Bassinger y Kevin Costner, y directores como John Huston, Sidney Lumet, John McTiernan y Steven Spielberg.
Las rispideces no faltaron, porque la personalidad de Connery, aunque bromista en la pausas de los rodajes, siempre destiló magnetismo y grandilocuencia. No obstante, el actor afirmaba que, si se peleaba con algún colega, era por exigencia. El destacado dramaturgo británico Tom Stoppard coincidió con esa autopercepción: “No soporta a los tontos con gusto. Es una persona capaz y espera que los demás también lo sean”.
Tampoco tuvo fin su fidelidad a la causa independentista de Escocia. Si para hacer de James Bond convenció al propio Fleming con su acento nativo (uno que lo distinguió a lo largo de las décadas siguientes), redobló la apuesta frente a la mismísima reina Elizabeth II, cuando asistió con un kilt (típica falda escocesa) a la ceremonia que lo convirtió en Sir Sean Connery.
Tampoco escapó a otras polémicas como, por caso, una entrevista en 1965 donde afirmó que estaba de acuerdo en "pegarle" a una mujer. En 1987 repitió esa opinión, pero casi 20 años más tarde aseguró que la frase había sido sacada de contexto. La controversia quedará para siempre, ya que, en contraposición a las denuncias de su exmujer, la actriz australiana Diane Cilento, por maltrato, le siguió una relación de más de 45 años con la francesa Micheline Roquebrune.
Aunque su carrera nunca tuvo puntos bajos, tuvo dos finales de bajo vuelo comercial y crítico: el primero fue en 2003, con la producción The league of extraordinary gentlemen; el segundo fue en 2012, con su voz en la película de animación Sir Billi.
"Mi opinión es que para llegar a cualquier parte de la vida hay que ser antisocial. De lo contrario, terminarás siendo devorado", comentó en una oportunidad. Y en una entrevista con el New York Times en 1987, concluyó: "Mi fuerza como actor, creo, es que me mantuve fiel a mí mismo". Así fue, ya que nunca se amoldó a la vida hollywoodense y prefirió pasar el rato jugando al golf, su otra pasión, en sus diferentes casas de Europa.
Commentaires