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Crítica: Maid

Actualizado: 3 ene 2022


Por Julián Haramboure


Maid es una miniserie de Netflix compuesta por diez episodios. En ellos se cuenta la historia de Alex (Margaret Qualley), una madre que huye de su hogar debido a la violencia emocional ejercida por su pareja. A partir allí, la producción muestra los diversos obstáculos que atraviesa la chica para rehacer su vida.


Su creadora es Molly Smith Metzler y la acción está basada en un libro de Stephanie Land, en el que narra sus propias vivencias. Para poder subsistir, Alex trabaja limpiando casas. Allí se encuentra con uno de los tópicos de la serie: la precarización laboral. Arduas horas de trabajo mal pagas y con malos tratos de varios de sus clientes.

Maid presenta un intenso y atractivo primer episodio, y luego reduce esa intensidad en los dos capítulos siguientes, los cuales funcionan aún como introducción a diversas características de la historia. Los flashbacks y las escenas imaginarias de la protagonista son un recurso habitual e interesante de la propuesta.


El otro ítem muy presente en Las cosas por limpiar (según la traducción latina) es la burocracia. Desde el capítulo inicial se ve como la muchacha debe lidiar con todo tipo de trámites interminables para adquirir las ayudas gubernamentales, una constante en la serie, y que refleja el estrés que muchas veces puede ocasionar ese tipo de formalidades en una situación que ya de por sí es muy compleja.


La joven fue abandonada de niña por su padre alcohólico, a quien en la actualidad ve de manera esporádica, y mantiene contacto con su excéntrica madre artista (Andie Mac Dowell), un personaje que parece irritante y lineal al comienzo, pero se vuelve querible con el correr de la historia.


La ex pareja de Alex, y padre de su pequeña hija Maddy, es Sean (Nick Robinson), un muchacho también alcohólico que trabaja de barman. Se trata de alguien complejo de interpretar, con sus luces y sus sombras, con sus momentos de lucidez (en los que ayuda de forma genuina a la chica) y con sus peligrosos ataques de furia. El personaje toma solidez en parte gracias al excelente trabajo de Robinson, un virtuoso actor que ya mostró en el pasado sus atributos en películas como Yo soy Simón.


Mientras trabaja, Alex vive con su Maddy en un hogar destinado a mujeres que sufren violencia doméstica. El lugar es administrado por Denise (BJ Harrison), una cordial y sabia señora que funciona no sólo como apoyo psicológico de la joven, sino también, en ocasiones, como una pausa para los tiempos de la serie.


La producción va de menor a mayor, con algunos episodios que no aportan demasiado crecimiento a la trama (por ejemplo el tercero) pero con otros que dan frescura y dinamismo (como el cuarto). En la segunda mitad los personajes toman más vuelo y la serie luce sólida.


Más allá de volverse un tanto reiterativa en el tramo previo a la resolución, la misma está lograda y es el resultado de todo un trabajo de superación y aguante vivido por la protagonista, la cual logra empatía con el espectador.


🤩 Lo mejor: la calidad y claridad de la resolución. 😒 Lo peor: las reiteraciones innecesarias de algunos recursos narrativos.

Calificación: Muy buena 👏



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