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Crítica: Sound of Metal


Por Julián Haramboure


En su debut como director de ficción, el estadounidense Darius Marder presenta una obra tan genuina como valiosa, la cual fue estrenada por Amazon este mes. Con una actuación impecable y que podría darle una nominación al Óscar, Riz Ahmed (Rogue One, Nightcrawler) se pone en la piel de un baterista de heavy metal que pierde su audición cada vez más. Esa es sólo la premisa de un film más profundo.


La primera mitad de la película tiene características de road movie, ya que nos introduce a los protagonistas de la historia: Ruben (Ahmed) y Lou (Olivia Cooke) son una pareja de jóvenes músicos que llevan una vida que autodenominan “gitana”: recorren distintos puntos de Estados Unidos con su casa rodante y maneja su propia gira de shows. Esta cotidianeidad, sanadora para ambos, más allá de las sombras del pasado, entra en problemas cuando el muchacho nota preocupantes problemas de audición.

A partir de allí, él se encuentra con dos panoramas: el primero, y muy costoso, realizarse la operación para implantes, el segundo, más al alcance, incorporarse a una comunidad de sordos que trabaja la fortaleza mental ante tan compleja situación.


Con el correr del film, son los silencios los que ganan lugar. Aquello que a simple vista es estático y mudo, en realidad dice mucho: dolor, bronca, adaptación, impotencia, aprendizajes. Es allí donde aporta mucho la actuación de Paul Raci como Joe, el paternal fundador de la comunidad a la que asiste Ruben. Con la palabra justa, ese personaje es clave en el recorrido del joven músico, como así también lo son sus compañeros, en especial su amiga Jenn (Chelsea Lee).


Ese uso de los silencios resulta todo un desafío no sólo para el realizador, sino también para el espectador. En una era en la cual la tecnología del sonido avanza estrepitosamente, envolverse en una producción de casi dos horas donde lo que importa es el silencio no es algo de todos los días. Y es Marder quien logra que sea una experiencia enriquecedora y llevadera.

Ahmed no se tomó este papel a la ligera y, además de ir a lecciones de batería durante medio año, aprendió a la perfección el lenguaje de señas americano, lo que le proporcionó mucha naturalidad a su interpretación.


Otro de los puntos destacados del trabajo del director, quien, a través de diversos recursos, consigue que el público se ponga inevitablemente en el lugar del protagonista y perciba o reconozca al unísono las mismas sensaciones.


Es un film que no sólo tiene un valorable costado inclusivo, al poner sobre la mesa la situación de las personas sordas en la vida cotidiana, sino que además es un excelente retrato sobre cómo afrontar desafíos tan nuevos como difíciles. Sin puntos flacos importantes, El sonido del metal es una de las producciones más interesantes del 2020.


🤩 Lo mejor: la brillante actuación de Ahmed y el guion de Marder.

😒 Lo peor: cierto toque previsible de las secuencias finales puede no convencer a algunos espectadores.


Valoración: Excelente 🙌

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