Por Emilio Gola
Nacido en Inglaterra y destacado por su versatilidad a la hora de encarar producciones, Alan Parker, director de películas como Fame (1980), The Wall (1982) y Mississippi Burning (1988), falleció a sus 76 años tras una larga enfermedad, según anunció su familia.
A lo largo de una carrera que tuvo poco más de una veintena de películas pero varias de ellas reconocidas a nivel mundial, Parker fue un cineasta que dejó su impronta de manera progresiva, entre musicales, dramas, tonos oscuros y algunos pasajes cómicos.
Nació en medio de uno de los bombardeos alemanes a Londres durante la Segunda Guerra Mundial, dentro de una familia obrera compuesta por una madre modista y un padre pintor de casas. Sus inicios fueron en el campo de la publicidad, donde realizó destacados trabajos. El primer punto de quiebre se dio con su guion para el famoso film Melody (1971). Allí, el productor David Puttnam identificó su talento y, luego, se alió con él en varias de sus películas.
Vale resaltar que, igualmente, debió gastar sus ahorros e hipotecar su casa para realizar No Hard Feelings (1976): destinada a la televisión -y a modo de extensión de su película previa, The evacuees (1975)-, la película narraba una historia de amor bajo el bombardeo nazi a la capital británica.
Debutó en la gran pantalla con Bugsy Malone (1976), sátira hecha con un elenco totalmente juvenil que incluía a la prometedora Jodie Foster, y que, a su vez, era recreación de la parodia musical homónima sobre gangsters. De inmediato, llegó su primer gran triunfo, Midnight Express (1978), escrito por Oliver Stone y basado en el hecho real de un estudiante universitario estadounidense que, tras ser capturado por contrabando de hachís, escapó de una prisión turca.
A partir de allí, Parker trazó una línea que no se detuvo hasta la década del 2000, cuando abandonó su carrera tras realizar The life of David Gale (2003), protagonizada por Kevin Spacey. Es que a la afirmación musical de Fama le siguieron diferentes aproximaciones al cine, como Shoot the moon (1982), Birdy (1984), Angel heart (1987) y Mississippi en llamas, las cuales tuvieron a actores como Albert Finney, Diane Keaton, Peter Weller, Nicolas Cage, Frances McDorman, Willem Dafoe y Gene Hackman.
Entre ellas, tuvo tiempo de experimentación y éxito con The Wall, obra basada en el álbum de la banda Pink Floyd y considerada de culto, a través de la cual logró enviar un fuerte mensaje sociopolítico cargado de simbolismos (aún hoy perdura la metáfora de los martillos que marchan). Si bien no disfrutó el proceso por no llevarse nada bien con el músico Roger Waters, el crítico Roger Ebert mencionó que las tensiones que vivió Parker dejaron salir "el film correcto" para el material que disponía.
Sin embargo, ya fuera por su mal genio o por acusaciones sobre elementos de sus películas, la crítica nunca lo terminó de querer. Por ejemplo, hubo quejas contra Fama por la representación de bailarines norteamericanos en vez de británicos; Mississippi en llamas fue tildada de racista (a pesar de ser una crítica contra el racismo); y Expreso de medianoche otorgó una visión sobre el pueblo turco que tampoco agradó.
Incluso hubo momentos de tensión en la conferencia de prensa que presentó su último musical, Evita (1996), basado en la obra de Andrew Lloyd Webber y protagonizada por Madonna, Antonio Banderas y Jonathan Pryce. Sucede que Parker adaptó la vida de Eva Duarte de Perón de la manera en que creyó conveniente, algo que había hecho con tantos otros hechos históricos, incluyendo el que dio pie a Expreso de medianoche.
Con todo, sus títulos cosecharon Óscars a Mejor canción, Mejor banda sonora y Mejor guion adaptado, entre otros premios y nominaciones. Además, fue nominado a tres Globos de Oro, ganó cinco BAFTA y le permitió a sus colegas alzarse con diferentes galardones.
Aunque renegaba de la existencia del cine de autor por considerar que el director nunca tenía un control total sobre un film, Parker sabía despacharse con diplomacia. En una entrevista con The New York Times, dijo: "Una película nunca es mi película, porque soy parte de un grupo formado por muchas personas talentosas".
Ya en 2003, y en el marco de una invitación del British Film Institute, el cineasta concluyó: "Me parece que el trabajo del director es buscar dónde puede estar la magia en cualquier escena. A veces, no está donde uno piensa".
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